Ficciones
El ojo miente.
La noche no es la noche,
sino un relámpago lanzado contra el pecho,
–entrad sin miedo–,
un corazón con leve cólera prendido.
Puede que la noche no sea cierta,
casa lenta, ventana sin paisaje, todo ruido,
pero existe en cada uno de nosotros
y guarda
todo aquello que fue el hombre
antes de ser sombra arrojada,
antes de ser raza apoyada sobre el frío.
Oscura minería.
Miente el ojo,
y todo lo que ves cuando la luz se extingue
es el teatro indiferente de lo ido.
La noche, vieja amiga, es un país vacante
y sólo un hombre solo la apacigua.